El libro más gordo que se haya publicado, consta en los Records Guinness, es de 322 mm y contiene todas las historias que Agatha Christie escribió sobre Miss Marple, 12 novelas y 20 historias cortas. El volumena, además, cuenta con 4 032 páginas y pesa poco más de 8 kilos.1
Variados son los temas para escribir y variadas son las maneras, pero un libro infinito llegaría a manos de los lectores, si se contaran las historias vividas por cada uno de los colaboradores cubanos de la salud que en el mundo han dejado una huella imborrable de amor y humanismo.
El 23 de mayo de 1963 comenzó la larga historia de entrega solidaria de Cuba con otras regiones2. Hace ya más de 5 décadas, y si cada uno de los profesionales de la salud escribiera para un mismo libro, todas las experiencias acumuladas, no habría otro que lo superase en contenido, ni en número de páginas.
Consta en un artículo que Cuba tiene la mayor cifra del mundo de médicos por cada mil habitantes: 7,7. Serían 5,4 restando los 25.000 cooperantes, algo a tener en cuenta por quien teórica y valientemente se decidiera a escribir tal libro. De hecho, tendría que ser un gran escritor y saber recrear los hechos con una narrativa a la altura de los sentimientos humanos más sublimes.
Me atrevo a decir, sin tener el más mínimo conocimiento de cómo hacerlo y solo la motivación de las experiencias vividas por mis colegas y por mí, que este libro puede escribirse por capítulos, o por subtemas que podrían iniciar con los sentimientos que cada cual percibe ante la separación de sus seres queridos, tristeza, añoranza, dolor; o por esa sensación de estar como el pez fuera del agua al llegar a un lugar muy lejano y totalmente desconocido; o por conocer a nuevos colegas provenientes de otras provincias o ciudades de nuestra querida isla caribeña hasta llegar a establecer con ellos una relación afectiva familiar.
Un segundo capítulo que recogería el “choque” con una cultura diferente, las disímiles maneras de establecer el puente comunicacional con esos seres humanos que muchas veces nos ven como extraños o agresores de sus espacios y vidas, ya sea porque somos desconocidos y hablamos idiomas diferentes o porque los enemigos de la Revolución Cubana se encargan de desvirtuarnos cual vampiros que les chuparán la sangre o comunistas que les lavarán el cerebro.
El tercer capítulo y probablemente el más grande abarcaría las historias de vidas salvadas, de sonrisas ante la salud recuperada, los esfuerzos para trabajar en severas y riesgosas condiciones, ya sea por el clima extremo o por los riesgos de contagiarse con enfermedades muchas veces nunca antes vistas por los colaboradores.
Mucho tendría para contar: las largas caminatas por angostos y peligrosos trayectos de selvas y montañas en busca de personas que jamás han visto a un médico; darse cuenta de cómo nos esperan muchas personitas que parecen salidas de libros de aventuras o de historia continental, todos emocionados; ,los servicios de un estomatólogo con su sillón dental móvil; las vacunas administradas; los medicamentos gratuitamente entregados; el cacique; el jefe de la aldea; el plato de comida que te parece un remedio y después se convierte en la comida predilecta; el río que se ve desde lo alto mientras el equipo de profesionales sube o desciende del lugar recóndito donde tantas personas comienzan a quererte.
También pudiera contarse sobre el parto de una mujer que esperó mucho tiempo o no tuvo acceso a un hospital para recibir a su hijo; el dinero que da el profesional a una madre para comprar una dipirona y bajar la fiebre de su hijo, porque en el centro de salud no hay y cruzando la calle, la farmacia privada solo se la entrega si lleva el dinero antes.
Podría convertirse en historia el almuerzo que deja el colaborador sin haber terminado o su merecido descanso porque lo llaman del hospital ante la llegada de un paciente herido de bala y solo el cirujano y el anestesista cubano están dispuestos a trabajar a cualquier hora y ante cualquier urgencia. Y eso sí, porque su compromiso es moral, de una concepción altruista, humanitaria, solidaria, como solo un país: Cuba.
Un cuarto capítulo que pudiera ser dedicado al momento de la despedida de ese suelo y de ese pueblo que los recibió con muchos temores y después no los olvida, el sentimiento encontrado que emana de la alegría de saber que se regresa a la patria, a la familia, al barrio, a los amigos y colegas de trabajo, con ese otro sentimiento de que deja atrás una parte de su vida, muchos nuevos amigos y familias y una segunda o tercera patria.
El capítulo final recogería cada reconocimiento recibido por estos colaboradores, ya no en el plano personal sino en el de la colectividad, los índices de salud mejorados, las muertes maternas o infantiles evitadas, la visión recuperada como un verdadero “milagro”, la epidemia controlada, los premios alcanzados por nuestro país, esa pequeña isla de hombres y mujeres de bien que aprendieron a ser solidarios y más humanos gracias a un hombre llamado Fidel, que cumplió con su compromiso de educar, instruir, dar equidad y que lo logró, que nos hizo ricos al poder ofrecer al mundo esos conocimientos sustentados en la conciencia revolucionaria, a través de cada una de las misiones internacionalistas de la salud cubana.
Definitivamente estimados lectores, sin saber cómo se escribe un libro puedo acreditar que estas serían historias para un libro infinito.
*Médico internacionalista cubana
Referencias Bibliográficas
- https://libros.cienradios.com/5-record-guinness-sobre-libros/
- http://www.juventudrebelde.cu/internacionales/2015-06-17/primera-mision-medica-internacionalista-de-cuba/
- http://cubainformacion.tv/index.php/sociedad/64400-cuba-tiene-la-mayor-cifra-del-mundo-de-medicos-por-cada-mil-habitantes-77-54-restando-los-25000-cooperantes43
- http://www.granma.cu/cuba/2014-03-25/cuba-tiene-medicos-por-todo-el-mundo
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