Por Arthur González
Desde que Fidel Castro entró victorioso a Santiago de Cuba el 1ro de enero de 1959, la CIA inició su trabajo para evitar la unidad del pueblo en torno a la Revolución y poderla derrotar con facilidad bajo el conocido principio de “divide y vencerás”, sueño que jamás ha podido realizar.
En su histórica pretensión, intentaron sembrar la discordia entre las mujeres, pero la obra del proceso revolucionario cubano es tan inmensa entre ellas, que no lograron nada al respecto a pesar que quisieron conformar organizaciones paralelas a la Federación de Mujeres Cubanas, FMC.
Los jóvenes fueron otro de los blancos de la CIA, al diseñar una falsa dicotomía entre la generación histórica y las más recientes, algo que no prendió entre la juventud cubana, pues por tradición histórica se han nutrido de los antecesores mambises y sus continuadores.
Por último, después de estudiar algunos rezagos de la sociedad capitalista que ellos mismo formaron en Cuba, los norteamericanos y sus agencias de inteligencia, decidieron dirigir sus balas hacia el tema racial, encontrando algunos seguidores que escucharon sus cantos de sirena.
A finales de los años 70 los norteamericanos dieron sus primeros pasos para introducir el concepto de la discriminación racial, olvidándose que ellos fueron los padres de esas acciones, al impedir que en sus compañías acreditadas en la isla pudieran laborar un negro o un mestizo, lo mismo que hicieron las cadenas de TV, el teatro, el incipiente cine cubano, los grandes centros comerciales e incluso las bailarinas de cabarets controlados por la mafia italo norteamericana, entre ellos el famoso Tropicana, donde solo actuaban las blancas.
En la década del 80 algunos académicos norteamericanos se volcaron al estudio e investigación del tema racial en Cuba, a pesar de tener Estados Unidos una fuerte discriminación racial que afecta psicológica y materialmente a sus propios ciudadanos.
Al iniciar la década de los 90, y con la ansiedad de avanzar en el asunto, el Departamento de Estado aceptó designar en su Sección de Intereses en La Habana, a un negro bajo el cargo de secretario de cultura y prensa, quien promovió contactos con cubanos negros y mulatos, facilitándoles por primera vez en la historia su inserción en los principales circuitos académicos negros de Estados Unidos.
Posteriormente la Fundación Ford, otorgó algunas becas David Rockefeller, con un financiamiento de 25 mil usd, para que negros y mulatos cubanos estudiaran el tema racial en la Universidad Internacional de la Florida.
En la misma medida que los norteamericanos percibían que el terreno se abonaba, el Presidente George W. Bush incorporó un fuerte presupuesto en su conocido Plan de Transición del 2004, al asignar 6 millones de dólares para“financiar programas para apoyar los esfuerzos pro democracia de los jóvenes, las mujeres y los cubanos de origen africano, con el objetivo de capacitar, potenciar y agrupar a estos segmentos aislados y marginados de la sociedad cubana, para que sean más activos en apoyo de la democracia y los derechos humanos en Cuba”.
Este concepto oficial del Gobierno norteamericano, confirma su estrategia divisionista contra la sociedad cubana y al año siguiente fundan una publicación contrarrevolucionaria de corte racial en la Florida, bajo el nombre de “Islas”, con soporte de la ONG Afro-Cuba Alliance, la cual es receptora de financiamiento de la Fundación Nacional para el Desarrollo, NED, erigida por la CIA y canalizados por la Agencia Internacional para el Desarrollo Internacional, USAID.
En la continuación de su estrategia para dividir a los cubanos, al inicio de la década de los años 2000, diplomáticos asentados en su Sección de Intereses en La Habana, promovieron estudios y debates sobre la situación racial en Cuba, pero no la que confrontan negros y mulatos en Estados Unidos.
Para eso, ofrecieron tele conferencias y cine-debates, con la presencia de un grupo de negros contrarrevolucionarios, que desde los años 80 lograron captar para dar una imagen internacional de que los negros estaban en contra de la Revolución, único proceso político y social que enfrentó fuertemente la segregación racial que dejaron los gobiernos de la república mediatizada.
A mediados del 2013 la administración de Barack Obama, dispuso de medio millón de dólares para el tema racial en Cuba, lo que sumado a los antecedentes, remarca el interés subversivo de dividir la sociedad cubana.
No es casual que los representantes de los más publicitados grupos contrarrevolucionarios financiados por los norteamericanos, sean negros y que el presidente Barack Obama aceptara reunirse con dos de ellos.
Cuando se navega por algunos sitios financiados por el Gobierno norteamericano y la CIA dedicados a desinformar la realidad cubana, se observan en demasía rostros de cubanos y cubanas negras, como supuestas víctimas de fantasiosas represiones que nunca se ven en las calles de ciudades y pueblos de la isla.
Triste papel de lacayos aquellos que se dejan manipular por el imperio más racista del planeta, el mismo que compró un pedazo de tierra en África en 1825, para devolver hacia allá a los norteamericanos de raza negra, y aún hoy los sigue calificando como afro-norteamericanos, al no aceptar que tienen similares derechos para ser llamados norteamericanos.
Por esa razón José Martí aseveró: “Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas” (…) “Cubano es más que blanco, más que mulato y más que negro”.