En las últimas semanas han sido noticia en la gran prensa internacional las protestas, en Miami, contra la empresa norteamericana Carnival, que obtuvo licencia especial de la Casa Blanca para establecer una ruta regular de cruceros entre EEUU y Cuba (1).
Las protestas eran lógicas, si tenemos en cuenta que los grupos del llamado “anticastrismo” siguen apostando por el bloqueo a Cuba y por boicotear cualquier iniciativa –como la de los cruceros- que pueda dejar ingresos en la Isla.
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