La varadura en Panamá de casi cuatro mil migrantes cubanos, cifra que va en ascenso, ha prolongado la crisis política creada en noviembre pasado cuando ocurrió algo parecido en Costa Rica y amenaza con empeorarla. En aquella ocasión el problema pareció solucionarse cuando El Salvador y Guatemala propiciaron el tránsito terrestre y aéreo de los viajeros a México, en ruta hacia Estados Unidos. Los tres gobiernos declararon que la medida era excepcional y no se repetiría. Por su parte, Costa Rica cerró su frontera con Panamá mediante un fuerte contingente policiaco y así continúa. Lo mismo ocurre con Nicaragua, que lo había hecho antes.
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