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¿Inmigración divino tesoro?

Por Alejandro López Vidal

Un personaje de odio recalcitrante hacia la isla caribeña, Ileana Ros-Lehtinen,  recientemente resumió la situación en Cuba en términos de derechos humanos con una “antológica” frase: “Si fuera una democracia los cubanos no arriesgarían sus vidas para huir de ella”. No abundaré en la perversión ideológica de su afirmación, simplemente seguiré su lógica.

Su “apreciación” deja en una situación delicada a todas aquellas nacionalidades que superan a la cubana en cuanto a inmigrantes en un país que posee el mayor número de estos en el mundo (45,8 millones). Es decir, que para ella casi 45 millones de inmigrantes que residen en suelo norteamericano  “huyeron” de una “sociedad antidemocrática”, lo que por consecuencia solo dejaría al propio EE.UU. como única sociedad “democrática” del planeta.

Para ser gentil le daré el beneficio de la duda, y pensaré que quizás se haya referido a que el resto de las nacionalidades de inmigrantes “no arriesgan sus vidas”… -a pesar de no ser la cubana la única emigración ilegal que emplea la vía marítima-. En caso de ser así, entonces necesita conocer, que -sin contar nuestra nacionalidad-, más de 47.000 inmigrantes han muerto tratando de llegar a EE.UU. en los últimos seis años y 10 000 inmigrantes centroamericanos –cifras no oficiales hablan de 70 000- se encuentran desaparecidos. No, no arriesgan sus vidas, que le pregunten a los haitianos, dominicanos y demás latinoamericanos para quienes emigrar hoy es sinónimo de muerte, sin exagerar.

Por ejemplo, Guatemala con una población aproximada de 7 millones posee 1,5 millones de inmigrantes registrados oficialmente en EE.UU., pero miles son retornados anualmente y miles viven entre los 11,7 millones de indocumentados que existen en esa nación, ellos para emigrar deben reunir entre $6000 y $10000 USD, una cifra inalcanzable para la mayoría de los guatemaltecos por lo que como casi todo ciudadano latinoamericano –que pretenda emigrar- debe vender sus propiedades, solicitar préstamos y/o hacer negocios con mafias de traficantes, coyotes o como quieran llamarles a esos sujetos y grupos que nunca dejan de cobrar sus “favores”, en ocasiones la tortura a un familiar, la amputación o el asesinato forman parte de los horribles métodos usan como presión de pago.

No, no arriesgan sus vidas. Recuerdo haber leído que en el criticado –y ya desaparecido- Muro de Berlín murieron 140 personas (lo instalaron en 1951 y lo derribaron en 1989) sin embargo esa es la cifra de mexicanos que muere en un mes en el desierto de Arizona intentando cruzar el muro que EE.UU. instaló para “separar” una “democracia de otra democracia” y donde ocurren más de mil muertes por año.

Y así sucesivamente pudiera hablar del caso hondureño, salvadoreño, dominicano, etc., todas naciones que EE.UU. considera democráticas pero que sin embargo poseen una situación interna dramática, resultante de un capitalismo feroz, con índices sociales de espanto y una inseguridad que roza lo ingobernable.

¿Cuba? No mencionaré un solo logro social cubano, ni siquiera haré la más minima comparación con las realidades que viven otras naciones hermanas, me limitaré a preguntar por que Cuba aparece en el segundo puesto de nacionalidades con visas turísticas denegadas, solo detrás de El Salvador (41.4%) -Cuba (38,7%), República Dominicana (32%), Guatemala (30.9%)-… ¿acaso es una invitación a otro tipo de inmigración? Solo pregunto, porque nada tiene que ver la situación en Cuba con la de los países que la “rodean” en la lista.

No obstante, y sin desear justificar un fenómeno que repito hasta el cansancio que es de carácter mundial (según la ONU, en 2013 viven fuera de su país de origen 232 millones de personas, el 3,2 % de la población mundial) quiero concluir con un par de verdades del “caso cubano” porque como diría un estimado psicólogo de la televisión cubana: “bien vale la pena”.

 

  • Un emigrante cubano es el único que disfruta de una Ley de Ajuste, es decir, unas parrafadas jurídicas que desde 1966 permite a los cubanos llegar a los Estados Unidos recibir de forma inmediata y automática permiso de trabajo, prescindir de la prestación de una declaración jurada de manutención (AFFIDAVIT OF SUPPORT) para recibir su residencia legal, obtener un número de seguridad social, beneficios públicos de alimentación y alojamiento, ajustar su situación migratoria sin necesidad de ir a su país de origen a recibirla – como ocurre con solicitantes de otras nacionalidades -, sin necesitar abogados, ni incurrir en gastos para obtener el beneficio de la residencia permanente, además de otorgarle automáticamente la posibilidad de obtener la residencia legal al año de arribo al país.
  • A pesar de la Ley de Ajuste cubano en 2012, Cuba no aparece ni remotamente entre los primeros países a cuyos inmigrantes las autoridades norteamericanas le otorgaron la “green card” (México, con 145,326, China, con 78,184, India, con 63,320, Filipinas, con 55,441 y República Dominicana, con 41,535).
  • En 2012, por ejemplo, el país latinoamericano con mayor número de peticiones de asilo concedidas por EE.UU. fue Guatemala con 222, seguido de El Salvador con 191, lo que les convirtió en el octavo y décimo países con mayor número de solicitudes aprobadas. Colombia ocupó el 14, Venezuela el 15, México el 17 y Honduras el 25. Cuba no aparece entre ellos aunque EE.UU. y la ultraderecha miamense den esa categoría a nuestros inmigrantes y pretendan ignorar el carácter marcadamente económico que de modo casi absoluto posee la emigración cubana desde finales de la década de los 80.

 

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